EMPODÉRATE DE TU PSICOLOGÍA

 


DOS MUNDOS DIFERENTES QUE CADA PERSONA VIVE Y DEBE CONOCER

 Hola amiga(o) pensante. Pensamientos buenos y pensamientos malos. Pensamientos positivos y pensamientos negativos. Cuchillos buenos y cuchillos malos. Armas buenas y armas malas.

 Si en el momento que se está fabricando un pensamiento se tiene un objetivo en mente, esa intención responde al criterio, razonabilidad o deseo de la persona.

 ¿Para qué se quiere el pensamiento? ¿Qué uso le va a dar? ¿Qué resultado se espera obtener?

 Las ideas deben tener una aplicación cuando son producidas. Okey; ¿Cuál es el plan para lograrlo? Debido a esta etapa fundamental del proceso pensativo, los pensantes se la pasan gran parte de su tiempo elaborando planes.

  Este tipo de tarea pensativa está enfocado en la supervivencia. En el desenvolvimiento social y las actividades que se llevan a cabo durante el día.

  El poder efectuar todos estos procesos sin dificultades es parte del control del acto de pensar y como consecuencia, parte del control de la psiquis personal.

  La otra parte necesaria para tener control completo de la actividad pensativa, es poder producir las condiciones internas deseadas.

 Pero el proceso pensativo para producir condiciones psicológicas, actitudes o las mejores cualidades de la personalidad, no se está efectuando como se está haciendo con la producción de pensamientos para desenvolverse en el entorno, o para sobrevivir.

 Los pensantes no se sientan a reflexionar que estado emocional le conviene sentir en momentos determinados. Todo el comportamiento interior; todo lo que experimenta o siente, ocurre como una respuesta a lo que está ocurriendo fuera de él, que lo afecta.

  Ocurre una reacción emocional o de efectos anímicos sin que el pensante piense que tipo de emoción es la adecuada o como debe sentirse.

 Por lo general, en este momento, todo lo que está ocurriendo en el interior de las personas, ocurre sin tomar en cuenta su voluntad.

  Para una persona que se entrenó desde su nacimiento a conformarse con lo que experimenta, porque se le educó que es natural tener reacciones emocionales ante los hechos, y sufrir estados de ánimos; no se entera que esa no es toda la verdad.

 No se entera que tiene la capacidad para decidir y producir lo estados emocionales que más le convenga.

  Se da por sentado que existen hechos donde hay que reír, hechos de alegrías y hechos de sufrimientos, de rabia y dolor emocional.

 Todo lo que debe hacer el pensante es estar consciente que la emoción que está experimentando se adecue a la clasificación que tienen los hechos.

  Educados y entrenados para incapacitarlos en el control de su psiquis.

  De este entrenamiento viene la incapacidad y los fracasos que se padece para causar cambios o mejorar las condiciones emocionales y anímicas que se están padeciendo.

 Tantos años participando de la creación de una personalidad que sea apta para sobrevivir lo mejor posible, y lo fundamental de esta creación que es el tipo de energía emocional y anímica que debe experimentar, no está bajo la voluntad de la persona.  

¿Qué se puede esperar en sus intentos de mantener una buena salud mental, o mantenerse en buenas condiciones psicológicas?

  La actitud resultante de este entrenamiento que incapacita al pensante a tener dominio de su producción psicológica, es reforzada con los sucesivos fracasos que ha vivido al no poder arreglar los desórdenes emocionales por los que ha estado pasando.

 Hay dos cosas que debe hacer cualquier pensante afectado; que considere que debe recuperar el control de su psiquis.

 Primero: examinar el error que se ha estado cometiendo, hasta reconocer que es un error, ya que, si no lo puede observar de esa manera, no tiene gracia que siga intentando tener dominio de sus estados emocionales negativos, como lo viene haciendo.

  El hábito basado en la idea de que todo el comportamiento interno, como las variadas condiciones emocionales “negativas”, estados de intranquilidad, o una mente que no quiere parar el descontrol que tiene; no tiene nada que ver con la voluntad del pensante. Es la gran barrera a superar para recuperar la autosuficiencia psicológica.

 La segunda cosa que debe hacer el pensante, después de lograr reestablecer una visión clara del error que se ha estado cometiendo, es un estricto reentrenamiento.

 En las primeras de cambio, el pensante se va a encontrar con distintas situaciones; unas donde la emoción, sentimiento o estado anímico que siente a causa de los hechos o el momento que vive: puede modificarlo a su gusto.

  Si está enojado; deja de estarlo. Si está triste, deja de estarlo. Si está intranquilo, se calma. Si la mente está dando vueltas en círculo procesando la misma cosa, cambia de asunto y la mente responde.

  Pero van a haber otros momentos donde las condiciones internas no responden.

  Lo recomendable es pasar por lo menos un mes experimentando el poder para producir los cambios donde se puede hacer. Este reconocimiento de que se puede, se tiene que convertir en una certeza, o fuerte convicción de que se puede. Una convicción que confirma que se ha venido cometiendo un error.

  Le recuerdo a mis lectores; “no hay que esperar encontrarse en una crisis para empezar a recuperar el control de la actividad pensativa o de su psicología”.

  Los hechos que ocurren a diario, toda la situación social no va a ocurrir para complacer los gustos de cada persona. Ya todos deben haber comprobado que hay momentos duros.

  Pero ni siquiera se trata de la dureza o fuerza con que los hechos golpean de vez en cuando. En este momento se está sufriendo una presión continua. Es como estar sometido al “potro de la tortura”; (época de la inquisición). Las personas las iban estirando poco a poco hasta que los huesos se reventaran.

 Nadie tiene un medidor de resistencia incorporado que le indique hasta donde puede soportar un impacto o una presión prolongada. Y cuando los huesos revienten, la vida que se tenga que vivir así; en un estado psicológico deprimente, desgraciado e infeliz. Ni el que la sufre se lo desea a nadie.

  Y en vista que todos tenemos niños a nuestro alrededor que nos ven como ejemplo, y a los que a veces debemos orientar; vale oro que mostremos la mejor condición psicológica posible.

  Lo que los niños observen y experimenten de nosotros no puede ser superado por las peroratas con que se les quiere modelar la conducta.

  Ha sido un placer compartir. Buen provecho poniendo orden en la casa. Nos vemos pensante.

  Autor: Emilio R. Fernández Ramos

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