ADULTOS CON LA MENTE DE NIÑOS


LA DEPRESIÓN ES RESULTADO DE ESTE CONFLICTO INTERNO.

  Hola amiga(o) pensante. Lo primero que tiene que saber una persona que los efectos depresivos le alteran la vida ocasionalmente o de manera crónica, es que está obligado a realizar tareas o acciones que lo ayuden a poner orden en su mente.

 La infancia es una experiencia muy complicada debido a que se sucede rodeado de personas muy complicadas mental y espiritualmente.

  La inocencia infantil es una muestra de una mente limpia. El niño como cualquier pensante empieza a tener gustos y preferencias, y la mayor parte de esos gustos chocan con los gustos y preferencias de quienes tienen el poder; los padres, familiares, tutores y el clima social.

  Desde temprana edad comienza una lucha donde el niño tiene todas las de perder. Nadie a su alrededor se entera de lo que está pasando en su mente, y él, dedicado a defender sus derechos negándose a sucumbir o rendirse.

  Cada uno de nosotros unos más y unos menos, puede recordar su infancia. ¿Recuerdan el cuarto donde dormían solos o con sus hermanos?

  No había manera de mantener el orden. Y si se hacían las cosas como decían los adultos, era bajo protesta. El interior del cuarto podía ser observado por los adultos, pero el interior de la mente no lo podían ver.

  Y aún nadie puede ver lo que un pensante tiene acumulado en su mente.

 El pensante se sometía o estaba obligado a poner orden en su cuarto; si no había una mamá o abuela alcahuete que lo hacía por él. Pero en su mente, hacía lo que le daba la gana.

 La protesta, la resistencia, las batallas para defender su libertad de pensamiento, las ganaba todas dentro de su mente, así perdiera afuera.   

  Esa mente, ese cuarto privado donde más nadie podía entrar, sigue sin hacerle muchos cambios. Los pensantes se las arreglan para adicionar habitaciones para sus nuevos roles de adulto, pero todos están interconectados con el cuarto principal de su infancia.

  Poco a poco mientras se convierte en un ciudadano de acuerdo al modelo social, deja de visitar su preciado y amado cuarto donde quedaron los restos de las duras batallas que tuvo que dar para convertirse en quien es ahora.

  Resultado: Hoy en día padece de condiciones psicológicas que le estropean la vida y no sabe de dónde salen. Como es la depresión.

  Sabe que las causas están en su pasado, pero no puede hacer consciencia de ellas para hacer los cambios que tenga que hacer.

  Ese cuarto de su mente donde sembró las raíces de su personalidad, forma o manera de generar su psiquis, está olvidado. Quiere poner orden de acuerdo a un nuevo criterio, pero esos patrones de comportamiento fueron vitales para llegar a ser quien es ahora.

  Tratar de cambiar los pilares, es tener que remover toda su personalidad. Toda la estructura psicológica tiene que modificarse para que armonice con las nuevas cosas que desea hacer, ser y sentir.

  No puede volver a ese viejo cuarto infantil y juvenil a recoger todo y echarlo a la basura. Nunca quiso desprenderse de ninguna de sus posesiones, a todas las necesita para algo.

  Pero está obligado a hacerlo si desea vivir el resto de su vida con un ambiente interior acogedor y agradable.

  Este es nuestro verdadero hogar. De él salimos a enfrentar la vida, y depende como vivas o te sientas en él, dependerán las ganas de vivir, dependerá el entusiasmo con el que vivas, dependerá la felicidad que experimentes.

  Aquellos como yo, que leyeron y oyeron decir lo peligroso que era meterse con la mente. Y, aún padecen ese temor, deben volver a analizar ese tema.

  Es cierto que, en los años 40, 50 y 60, los criminales que querían dominar el mundo, sometieron los cerebros de muchas personas a los más atroces y despiadados experimentos.

  Este sufrimiento se supo en todo el mundo, todos nos enteramos lo peligroso que era meterse con el cerebro, y, de hecho, sigue siendo tan peligroso como ponerse a jurungar el corazón o el hígado.

  Pero el cerebro no es el generador de la psiquis. La realidad subjetiva que cada persona produce, no lo hace su cerebro. Este órgano está cien por ciento ocupado en procesar realidad objetiva, y sus interpretaciones son iguales en todos los cerebros de cualquier persona. De hecho, los magos se burlan de nosotros usando lo que todo cerebro puede y no puede hacer cuando procesa datos.

  Lo único que cambia entre tú y yo, es la interpretación, consideración, opinión o idea que nos formemos de algo. Un algo que es un hecho real, un acontecimiento, un sonido, una imagen o cualquier otra percepción proveniente del entorno físico.

  La depresión es un estado cuya palabra depresión para nombrarla, no explica cómo se produce. Y eso es lo que necesita saber cada pensante para que pueda hacer algo al respecto.

  Algunos dicen que no saben nada de psicología, que nunca les gustó esa carrera universitaria.

  Estas confundidas personas, no se enteraron que desde que nacieron, desde que empezaron a producir ideas, empezaron a ser psíquicos, a usar la psicología en todos los aspectos y desenvolvimiento de sus vidas.

  ¿Quién no le ha dado consejos a otra persona, quien no ha criticado la conducta de otro, quien no vive con una lista de códigos morales y reglas como la mejor forma de vivir la vida?

  Todo esto mencionado, son ideas consideraciones que el pensante debe producir para poderlo experimentar, sentir y conducir su vida. Esto no lo produce el cerebro, y no se metan con él a menos que sean expertos en neurología.

  Superar problemas, obstáculos, alcanzar objetivos, etc. la mejor manera para tener éxito o reducir al mínimo los fracasos, es trabajar en gradiente.

  Prueba subir una escalera apoyándote en cada tramo, el esfuerzo es mínimo y la posibilidad de caer es casi imposible. Así se trabaja con cualquier condición psicológica negativa.

  Se sabe que la persona afectada tiene prisa, cuanto antes se cure mejor, pero ahí está la prueba de su apuro. Han pasado muchos meses o años y no se ha sanado.

  Pedir paciencia a quien está pasando por una crisis, que está pidiendo una cura milagrosa o un medicamento que le desaparezca todo en unas horas, es difícil que consiga esa paciencia, pero hasta esa paciencia se puede lograr en un proceso gradual de ejercicios.

  Durante el día, aunque sea unos segundos, ejercite la paciencia; quédese tranquilo con respecto a su malestar. Mire que su presión para una solución rápida, puede esperar por esa solución mañana.

  Y mañana hace los mismo, y poco a poco amplia el tiempo de espera. Esa paciencia es parte de la solución al problema psicológico. La impaciencia es presión, es angustia, es intensificación de lo que se está sintiendo.

  Otra cosa para finalizar por hoy es el miedo. Las condiciones psicológicas producen miedo, pero es un miedo por lo que le ha sucedido a otros. Revisen ese miedo, encuentren su propio miedo, de hacerlo se encontrarán que son dos miedos diferentes.

  Sientan su propio miedo, ese miedo que se producen ustedes mismo por ustedes mismos. ¿Qué tan peligroso eres tú para ti mismo?

  ¿En verdad quieres morirte? ¿En verdad quieres sufrir?

 Como observaras y comprobaras, no deseas nada de eso. ¿Entonces a que se debe ese miedo?

  No se pierde nada con reflexionar con paciencia estos puntos. Ha sido un placer. Buen provecho empezando a pensar en tu dormitorio de la infancia. Nos vemos pensantes.

 Autor: Emilio R. Fernández Ramos

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