LOS ZOMBIS, LA DISCRIMINACIÓN Y LA INTOLERANCIA
¿QUÉ TIENEN QUE VER LAS CREENCIAS CON ESTE MAL QUE ESTÁ AZOTANDO AL MUNDO?
Hola amiga(o) pensante. El mal de todos los
tiempos que padece la humanidad es la discriminación y la intolerancia. Que lo
digan en este momento quienes se ven obligados a emigrar.
Nadie en el pasado ha podido influir para
cambiar la tendencia que hoy en día se ha convertido en un deslave que arrasa
con toda la población del planeta.
Millones de personas son fieles seguidores de líderes, dioses y
autoridades, como por ejemplo en el cristianismo que enarbolan el mensaje que
el maestro y salvador les dejó para evitar todo tipo de discriminación e
intolerancia, y, aun así, nada lo detiene en todos estos países que practican
el cristianismo en todas sus corrientes.
“Ama al prójimo como a ti mismo”.
¿Que impide que una persona fiel y leal a su maestro no
pueda llevar a la práctica esa instrucción; si por ese mensajero de Dios da la
vida?
Con todo aquello que una persona se identifica, debe estar precedido por
ideas o creencias fundamentales que exigen esa identificación.
Aquel que es intolerante o discrimina por algún motivo, responde a sus
creencias. No importa las palabras que diga o las que le salgan por la boca, su
comportamiento responde a lo que de verdad son sus verdaderas creencias.
“Por sus actos
los reconocerán”.
Las creencias que mueven las conductas de las personas, pueden salirse
de control y el impulso a rechazar todo aquello que no concuerde con sus
creencias, la tendencia es a rechazarlo con fuerza o violencia.
Al único prójimo que pueden amar quienes dicen no sentir aversión ni
odio por nadie, son aquellos que se identifican con lo que cree, o están de
acuerdo.
Permitir que los demás sean como quieren ser, solo pueden aplicarlo en
aquellos que comparten sus creencias. Los demás pueden morirse y eso no tiene
importancia.
Por eso, todos esos pensantes dominados por sus creencias, aunque no
participen de manera directa en una agresión por discriminación o intolerancia,
están de acuerdo que otros lo hagan.
En los
artículos anteriores abordamos el tema de las creencias y la identificación,
pero es necesario observar hasta qué punto la humanidad se está haciendo tanto
daño a sí misma, por no entender y poseer la capacidad de tener supremacía
sobre el contenido de sus pensamientos o creencias.
Las momificaciones con creencias tienden a
perpetuar las conductas individuales y sociales. Un pensante cuyo control del
acto de producir pensamiento es muy pobre, sus pensamientos lo envuelven como si
fueran telas de yeso.
El pensante que no tiene control de la actividad pensativa, sustituye su
consciencia natural por una consciencia producida con ideas o pensamientos de
los cuales no tiene control.
Convertido e identificado con las creencias, el pensante no puede
producir amor a todo aquello que no concatene con lo que piensa. Sus
sentimientos y deseos se inclinan por hacer desaparecer a todo aquel que
mantenga ideas diferentes, o presente aspectos que le causan fobia
La
incompatibilidad causada por creencias, en personas carentes de voluntad, es
compulsiva e irracional. Aquí la intolerancia llega a extremos de querer
producir la desaparición, muerte o destrucción de todo aquel o aquellos que no
se acepta.
Pero se es cristiano y cumplen una serie de rituales para demostrar que
aman al prójimo; pero ¿cómo es que sus actos muestran lo contrario y ellos no
lo ven así?
Les parece que es una muestra de amor plantear
una solución como esta. “O se convierten con lo que yo me identifico o lo
mandamos al infierno de una vez”.
En un mundo convulsionado, atemorizado por causa de la manipulación mediática
con fines perversos, la discriminación y la intolerancia surgen con mayor
violencia como si fuera un recurso de supervivencia de ultima hora. O viven
ellos o vivimos nosotros.
Las personas sienten la necesidad de hacer
algo urgente para sobrevivir de acuerdo a sus creencias, y la mejor manera es eliminar
o expulsar a todo aquello o aquel que sea rechazado.
El enemigo, es el color de piel, la sexualidad, la nacionalidad, la
religión, el estatus social, sus puntos de vista, etc. Y esos enemigos deben
desaparecer para poder sobrevivir con tranquilidad.
Mientras los integrantes de grupos identificados con creencias parecidas,
eliminan a otros, o tratan de hacerles daño de cualquier manera. Allá, en los
centros de reuniones, en los salones de control y monitoreo, unos cuantos
personajes cizañan a unos y a otros para que lleguen a los hechos de violencia.
Nadie
puede vencer la intolerancia, ni dejar de ser discriminatorio si sigue bajo el
yugo de sus propias creencias.
El control del acto de pensar es la solución,
y es una práctica que está al alcance de todo el mundo. No hay nadie que se lo
pueda impedir a otro.
Un pensante que considera que los demás tienen que subscribirse estrictamente
con sus creencias, nunca dejara de producir injusticia.
Siempre sentirá que es justo cuando el castigo recaiga en quien no se
identifica con sus creencias. Por ese motivo, no hay cargos de consciencia, ni
verán a esas personas arrepintiéndose o reconociendo sus errores.
Las personas atrapadas en sus creencias son susceptibles a que otros los
animen a arremeter con violencia, sin ninguna consideración contra personas de
cualquier edad: niños, ancianos, mujeres, etc.
Con esa mentalidad se encuentran un promedio muy elevado de habitantes
de este planeta. Y la tendencia se hace más prominente, los volcanes en
cualquier momento van a hacer erupción en todo el mundo, y tendremos un
panorama lamentable a nivel mundial.
La solución es recuperar el control del acto de producir pensamientos.
Los arboles dan nuevas frutas cada temporada, la renovación e innovación
garantiza el equilibrio ecológico.
La naturaleza siempre nos ha mostrado como se deben hacer las cosas para
mantener el equilibrio y hacer sustentable la vida. Y no hay nada que sea más
tolerante que la vida natural.
Pero los pensantes se creen seres superiores y
saben lo que hacen. Son dueños de la verdad y la verdad se circunscribe estrictamente
a sus creencias particulares.
Cuidado con las creencias. Vale la pena hacer una revisión de vez en
cuando. Sucede que el pensante es atrapado o convertido en un zombi sin que se
dé cuenta.
Ha sido un placer. Buen provecho
con la limpieza de creencias fuera de control. Nos vemos pensantes.
Autor: Emilio R. Fernández Ramos
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