BENDICIONES CON RESPONSABILIDAD DIRECTA

 


LA MALA CONVIVENCIA Y LA TOXINA QUE ENVENENA LAS RELACIONES, SE PUEDE EVITAR SI TE INVOLUCRAS

Hola amiga(o) pensante. La bendición del creador no se puede comparar con la bendición entre humanos o pensantes.

  Sin embargo, el hábito de pedir que sea el creador nada más, el que bendiga, ayuda a que muchos irresponsables evadan el compromiso que debieran de tener para mantener una sociedad más saludable, que viva en paz y progresando.

  Ya que es el creador que se va a encargar de materializar los contenidos de las bendiciones, entonces no importa andar sin tapabocas en medio de una pandemia que puede causarle a la persona que ama, lo que le ha pedido al creador que no le suceda.

  Si la persona le envía su bendición en nombre del creador, eso es otra cosa. Ya esa persona se está involucrando; se está comprometiendo a hacer todo de su parte para no ser quien le cause a esa persona bendecida, lo contrario de lo que le está deseando.

  El padre le dice al niño dos y tres veces al día; “que Dios te bendiga”.  Suena muy humano y amoroso, pero lo está sometiendo a maltratos, y sus ejemplos para mostrarle un modo de vida mejor, que él que el vivió y está viviendo, son para echar a perder lo que su Dios le ha concedido al niño.

  Entre las malas relaciones familiares, de pareja, con amistades y extraños, existen una lluvia de bendiciones irresponsables. No hay compromiso de aportar o hacer cambios personales que favorezcan la relación, para que haya mejor salud mental y física para la persona.

  Los estados emocionales que dominan al pensante son los que determinan en que momento “le pido a Dios que te bendiga o te maldigo yo.”

  Porque eso es otra cosa, todo el mundo puede maldecir, siente que tiene poder para causar daño, pero ese poder no lo siente para bendecir.

  No importa si la rabia descontrolada es contra un hijo, su padre o su madre, los actos provocados por esta furia no necesitan palabras para explicar lo que desea, o le causa a la víctima de su cólera.

  No importa si dentro de diez años, cuando sea un anciano o se esté muriendo, se arrepienta. Eso no desaparece el dolor y todos los traumas que promovió en la vida de las personas afectadas.

  Como siempre; les pido mirar alrededor y comprueben si esto está ocurriendo por todas partes. Este es un modo de vida social donde esa falla forma parte de su estructura, por lo tanto, es algo visto como natural.

  Para romper con esa tradición que permite que los pensantes no hagan un esfuerzo mayor por ser menos agresivos, violentos, u ofensivos con los demás, sugiero que se use solamente la expresión; “yo te bendigo, o te bendigo en nombre de … (su Dios).

   Ya esto es una declaración de compromiso, de responsabilidad por lo que le ocurra a los demás.

  El hábito es así: “Dios te cuide, te proteja, te de paz, tranquilidad, y buena salud”.

  Suena espectacular que sea el creador quien lo haga. Porqué así la persona es libre para decirle: “¡No te metas en mi vida!; cuídate de hacer algo que yo no acepte, cuídate de no obedecer o hacer lo que yo te diga. Puedo hacerte daño.

  El maltrato en toda su extensión es un acto de irresponsabilidad que comienza dentro de la persona. Y si la bendición que “está entregando con amor”, no sale de sus entrañas mentales y espiritual, sigue libre de compromisos.

  Cambiar un hábito tan arraigado, lleva trabajo pesado, pero cuando se quiere se puede. Y la mejor forma de comprobarlo es observar que a veces salen las palabras y uno por dentro se dice; “Dios que lo haga, pero yo también te bendigo y eso me compromete.

 Pero el que recibe la bendición, también está habituado a que las personas no lo bendigan en su propio nombre. Piensan. “¿Y para qué? Si es un SER insignificante. Basta que se lo encargue a Mi Dios que lo haga.”

  Noticia de última hora; “hijo de 20 años mató a su padre”; mató a su pareja de 20 puñaladas”; “pidió el divorcio por maltrato”. “por venganza asesinó a su hermano”.

  Gente que se amaban y pedían a su Dios que los bendijera y no pudieron evitar las tragedias y de tener una convivencia infernal.

   Desde hace unos cuantos años, cuando mis hijos me pedían la bendición, empecé a bendecirlos comprometiéndome hasta los tuétanos de los huesos.  Les digo: “yo te bendigo hijo o hija.”

  Y si algo acompaña esa bendición, es saber que el creador puede reconocer una intensión verdadera de colaborar para que reciban esos beneficios; de una intensión hueca. De una bendición vacía de responsabilidad y compromiso.

 Considero que la humanidad necesita comprometerse con la vida en general en este planeta. Somos dados a identificarnos, individualizarnos, separarnos, dividirnos, y lo que les pasa a otros con el cual no nos identificamos; no es de nuestra incumbencia.

  Como siempre recomiendo; debemos usar un proceso gradual para superar nuestras barreras. La entrada o punto más adecuado para empezar cualquier proceso de cambio en la personalidad, es desde adentro hacia afuera.

  Y el punto seguro, donde no hay temor de equivocarse de gradiente, que significa que hay menos posibilidad de fracasar es, ejercitar el control del acto de pensar.

  No tratas de controlar las balas que salen del rifle, controlas al que está jalando el gatillo. No controlas pensamientos, controlas al que está jalando el gatillo, y ese eres tú.

  Para controlarte tú, suelta todo lo que eres, haces o tienes, aunque sea por unos minutos.

 Si no te sueltas de lo que eres, aunque sea por breves momentos, seguirás siendo el mismo y no podrás hacer cambios.

 Si no te sueltas de lo que haces por un breve tiempo; no podrás empezar un nuevo ciclo. Te repetirás como un viejo disco de acetato rayado.  

  Si no te sueltas de lo que tienes y vives de nuevo esa experiencia que dio inicio a tu vida, por unos minutos, toda tu posesión se convertirá en tu tumba espiritual.

  “Haciendo nada” es un proceso que he desarrollado para conseguir autocontrol, pero puedes practicar meditación, o cualquier proceso similar que conduzca a recuperar dominio de la atención y la actividad pensativa.”

  Ha sido un placer reciban mis bendiciones. Buen provecho bendiciendo a tus seres amados. Nos vemos pensantes.

  Autor: Emilio R. Fernández Ramos.

   

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