LA CIENCIA SALVÓ MI MATRIMONIO

   


RELATO UN DOCTOR

  Tres años de casados y he creado un infierno dentro de mi cabeza y las intensas llamaradas que salen por mi boca han calcinado todos los adornos que juntos escogimos para decorar el hogar paraíso que soñamos tener.

 Ella fue paciente y tolerante, esperanzada que usara mi inteligencia, mis amplios conocimientos de un profesional de la medicina, reconocido por su eficiencia, el cual creía capaz de resolver, lo que yo mismo consideré en principio, un tonto problema psicológico.

 Pero reconozco que no puedo evitar el tormento que en este momento ocupa el tiempo que necesito para llevar una vida feliz. Tormento causado por los efectos de la tonta idea de considerar que ella estuvo acostándose con otro hombre antes que yo, durante dos años.

 El solo imaginar que disponía de ella para poseerla cada vez que quisiera y ella diciéndole que le gustaba lo que le hacía, me revuelve el estómago y siento que la ácida espuma que se produce me quema la garganta.

 No soporto la idea de saber que nos vemos los tres casi todos los días por motivos de trabajo, y puedo leer en sus mentes como los recuerdos de su relación sexual le llegan a la frente, y en sus saludos, aunque solo digan “hola”, para mí están rememorando y añorando esas experiencias.

 Como médicos que somos, sabemos que todo es producto de mi imaginación, pero me niego a acudir a un psicólogo en busca de ayuda. Su último intento de ayudarme, fue invitar a uno de mis mejores amigos, afamado psicólogo, a un encuentro familiar en la casa, para que intentara hablar con él de mi problema. De no hacerlo, el divorcio sería el siguiente paso.

 Sentado a solas con mi amigo, le expuse mi problema. Me oyó con interés es su pose profesional, y luego de algunas preguntas, me dijo.

 “Eres un profesional de la medicina muy estudioso, el cuerpo humano no tiene secretos para ti. Eres pragmático, los hechos o son reales o no lo son. Creo que no te debe costar mucho lograr que la realidad o hecho comprobado se imponga a esas suposiciones que han llenado tu mente”.

  ¿A qué hecho te refieres?

 “Está comprobado científicamente que las células del cuerpo mueren y la renovación de todas las células del cuerpo sucede de manera permanente. Tu cuerpo y el mío, no son los mismos de antes, aunque pensemos que solo nos estamos poniendo viejos.”

  Lo detuve para relacionar lo que decía con mi problema mental. Ocurrió un desencadenamiento de recuerdos e ideas y llegue a una conclusión que me causó euforia. Me levanté, le di un golpe en el hombro a mi amigo y salí corriendo a buscar a mi esposa.

 La encontré sentada, con las dos palmas de las manos juntas y apoyada en su barbilla. Vio mi escandalosa expresión de alegría, pero se mantuvo tranquila. No era la primera vez que le prometía deshacerme de esa locura, y esperó que le contara lo que había sucedido.

 Me provocó abrazarla y besarla antes de hablar, pero recordé que ya la solicitud de divorcio estaba hecha. Solo faltaba mi firma.

 Conteniendo mis agradables emociones le explique mi cognición liberadora. “No sé cómo no había visto esto antes. Tú y yo como médico sabemos que la materia corporal se renueva constantemente. Tu cuerpo, esté cuerpo tuyo que tanto me encanta, es un cuerpo nuevo. Ese que tenías cuando viviste con él, ese cuerpo ya no existe.

  Ella me miró y con su expresión me preguntaba. ¿Y?

 “Eso era todo lo que tenía que entender. El cuerpo que él poseyó e hizo sexo, ya no existe. Con tus sentimientos no he tenido problemas. Tu manera de ser es adorable y ando tranquilo sin ninguna tonta idea, suponiendo que lo sigues amando.”

  Mi amigo me encontró de pie con ella suspendida besándola. La coloqué en el piso y le dije. “Gracias doctor, como amigo sigues siendo mi mejor amigo. La ciencia salvó mi matrimonio”.

  Autor: Emilio R. Fernández Ramos  

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