LAS PREOCUPACIONES TE PUEDEN TRASTORNAR


VER EL ROSTRO DE UN PREOCUPADO DAN GANAS DE CORRER     

¿Pasas más tiempo preocupado que ocupado? Eso debe ser motivo de preocupación. El trastorno de la preocupación es como un estado de constipación mental. Los pensamientos de un futuro incierto o dudas de lo que pueda pasar, fluyen muy lentos o fluyen muy poco. Se crea una acumulación de pensamientos inciertos o cargados de pesimismo y negatividad, y la tranquilidad no encuentra por donde pasar para dar descanso al espíritu y al cuerpo.

El rostro o la expresión de una persona con trastorno de preocupación, es la cara de un atormentado; cejas y labios comprimidos, palpados tenso y casi cerrados. Dan la impresión que van a estallar de un momento a otro; o uno se va a convertir en un objetivo para descargar toda esa energía comprimida. Esto debido a que el pensante todavía puede mantenerse enojado, bravo con la situación y su impotencia. Pero cuando no pueda mantener ese enojo contra todo aquello que piensa tiene culpa de lo que pasa, se derrumba a un estado de ansiedad o miedo, y un poco más abajo lo espera el llanto o la aflicción.   

Mientras se está activo u ocupado no hay tiempo para que se desborde la preocupación, pero con mucho entrenamiento para “PERDER EL CONTROL DEL ACTO DE PENSAR”; dándole manivela a los mismos asuntos donde tiene fija la atención; la persona puede estar ocupado haciendo algo y ese rostro comprimido y tenso muestra lo que está pasando en su mente.

Ese futuro incierto, de dudas y desesperanza, termina desbocando la imaginación. Se sale de control el acto de pensar y lo que se vaticina son catástrofes, tragedias, todo saliendo mal, y ahí empiezan las dolencias y malestares físicos.

Preocuparse puede ser algo cotidiano; es aumentar la atención en un asunto que exige encontrar respuestas o no se tiene seguridad de lo que pueda pasar de acuerdo a las señales o información que se tiene. Las esperas de respuestas donde se tienen dudas se convierten en momentos de preocupación. Pero el estado emocional ni siquiera debe llegar a enojo, es simplemente un estado de expectativa con un manejo controlado de los pensamientos que se producen.

Es esa la razón por la cual el control del acto de pensar es sinónimo de autocontrol. No hay otra forma de auto-controlarse que no sea restableciendo el control de la actividad pensativa. Empieza por prestarle algo de atención a los que haces dentro de tu cabeza para que reconozcas tú mismo las torpezas que estás cometiendo.

Nos vemos pensantes. Buen provecho con tu acto de pensar.

Autor: Emilio R. Fernández Ramos  

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