**DESCUBRE QUIÉN ERES REALMENTE**
LA IMAGEN QUE CREES SER TÚ, ES SOLO ESO. AQUÍ TE DEJO UNA PISTA
Hola, amiga(o) pensante. Muy pocas personas se han detenido a observar cómo es el proceso de convertirse en quien piensan o consideran que son. Producen una personalidad, resultado de toda una acumulación de consideraciones o ideas que diseñan un tejido de patrones de comportamientos a cargo de la mente.
Si se les pidiera que hablen de ellos mismos y de quienes consideran que son, se dedicarían a hablar de cómo se han interpretado a lo largo de sus vidas y lo que consideran que son hoy en día. Es decir, piensan y actúan en función de quienes creen ser. “El Yo soy” se origina de todo lo que pueden o no recordar de su historia de vida. Ellos son su historia y su historia son ellos. En otras palabras, convertidos en memorias.
Lo fenomenal de todo esto es que la personalidad cambia según el rol que se desempeñe, del cual ya se tiene un programa de cómo actuar para cada ocasión. Y de eso se encarga la mente de manera automática, a menos que haya un pensante con la capacidad de mando. Este traje diseñado con los ojos cerrados, de manera instintiva, accidental o sin plena consciencia del significado de lo que se piensa, es como el traje de “Iron Man”: entran en ellos y luego no saben distinguir entre ellos y el traje. Les pasa a muchos.
Convertidos en el producto del acto de pensar, “pensamientos”, entonces, como pensamientos, quieren controlar la mente, lo que piensan, o alcanzar la iluminación. Es como si el mango, fruto del árbol donde está colgado, quisiera controlar el árbol que lo creó para que lo transforme en lo que quiere ser ahora.
Miremos de otra manera: para muchos, el cerebro o la mente es lo que piensa, y quienes decimos que somos, es un montón de pensamientos que la mente ha producido. Y este montón de pensamientos (personalidad o Yo soy) le reclama a la mente que no lo moleste tanto, que lo modifique, no le gusta su forma de ser, no soporta cómo se siente psicológicamente, etc. El producto reclamándole a quien lo fabrica o queriendo que el cerebro reconozca sus errores y lo haga mejor de lo que es. ¿Han visto ustedes tamaña confusión?
Esas muchas personas que ni siquiera se han dado cuenta de que están convertidos en su traje multifuncional de identificación, son aquellos que sienten que no tienen poder para hacer cambios en ellos mismos. Les falla la voluntad, no pueden ser consistentes, perseverantes, su autoestima fluctúa y carecen de estabilidad emocional. Aunque lo intentan, no pueden producir sus propias motivaciones, sufren cambios repentinos en sus estados de ánimo y no pueden concentrarse en su mente sin experimentar el tormento que de ella emana.
Estos mismos pensantes son los que reciben con beneplácito los consejos de que deben conocerse a sí mismos, deben buscarse hasta encontrarse y darse un fuerte abrazo para perdonarse por las equivocaciones que han estado cometiendo contra ellos mismos. Confusión y caos es lo que existe en la vida de muchas personas. Una ignorancia tonta, ya que desde que nacieron han estado pensando. Revisen si alguien recuerda que les hayan enseñado a pensar. No, lo que sí les empezaron a meter antes de que aprendieran a hablar fue información. Y los mandaron a la escuela para que les siguieran metiendo información para que la pensaran. Pero el acto de pensar en sí, vino incorporado a su naturaleza.
Todos asumimos que el acto de pensar se efectuaba igual en toda persona, así que a nadie le interesó conocer el proceso y ya ven, metimos la pata hasta la rodilla, y ahora es un problema corregir las maneras erradas de conducirse y conducir la mente. La mente o el cerebro, como deseen llamarlo, es un procesador de datos. Procesar datos no es pensar (a los que tienen dudas revisen el diccionario). Los cómputos, tanto de la mente como de cualquier procesador inventado por el hombre, no tienen ningún valor o importancia si no hay un pensante ahí que los observe.
Eres ese prodigioso observador. Hablaremos pronto de eso.
Autor. Emilio R. Fernández Ramos
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