EL DESPERTAR DEL OBSERVADOR

  


ESTABLECE TU PRESENCIA Y HABILITA TU PODER

 Hola, amiga(o) pensante. Aquellos que no lean este artículo continuarán con dudas acerca de quiénes son en verdad. (Continuación de "Descubre quién eres realmente").

Ser, o comportarse como dicta el significado que hemos impreso en los pensamientos, es una cosa; creer que en verdad somos lo que pensamos es otra muy distinta y seria.

Vamos a examinar lo que ocurre entre el pensante y su mente. No necesitas un laboratorio: tu mente y tú son inseparables. Prueba los ejemplos que voy a dar.

Si revisas un poco, sabes que puedes recordar a voluntad registros de tu pasado que están en la mente. A veces, sin querer, se puede estar recordando, pero ahora vamos a hacerlo escogiendo lo que se desea recordar. Por ejemplo, un acontecimiento reciente. Recorre la secuencia de ese hecho.

Hecho eso, fue similar a estar viendo una película con todos los cinco sentidos. (Si no lo notaste, repite el proceso). Puedes oír las voces, ver el movimiento y hasta sentir nuevamente la emoción de ese momento. La pregunta es: ¿notaste tu rol de observador? Repite varias veces hasta que lo experimentes de manera real.

Ahora, usa el otro mecanismo de la mente: la imaginación. También puedes usarla a voluntad, aunque muchas veces te la pasas imaginando cosas sin que sea tu iniciativa escoger el tema y hacerlo con un propósito. Escoge un asunto que tengas que hacer mañana e imagina a tu capricho cómo quieres que suceda.

Hecho esto, puedes comprobar que los hechos sucedieron como los imaginaste, y de igual manera la mente lo reproducía mientras tú eras el observador y guionista.

Otra vez te comportas como un observador. Y como ya has comprobado, lo que observas está separado de ti. Tu consciencia o atención está en lo observado, no en quien observa.

 

Vamos a hacer otra prueba. Usemos el acto de pensar. Plantéate un propósito, como estudiar algo que quieras aprender, analizar una situación para hallar una respuesta, entender un asunto que te interese, o analizar para tomar una decisión. Por ejemplo, ¿qué sería mejor: barrer la casa o ir al mercado?

Hecho esto, podemos examinar cómo se llevó a cabo el proceso de pensar. Se recordaron los datos, se usó la imaginación para visualizar, se sopesaron factores y se llegó a una conclusión. En base a ella, se tomó la decisión y se actuó.

Durante todo ese proceso, allí estaba el observador con su atención en los recuerdos, en lo imaginado, en sopesar factores para ver lo conveniente, etc. Llegó a una conclusión y tomó la decisión.

El observador no puede ser lo observado. El fenómeno que ocurre de forma natural es que solo se hace consciencia de lo que se observa o donde se enfoca la atención, nunca en quien observa. A menos que quiera experimentar su presencia, como te recomiendo que lo hagas.

Hay una expresión de mi autoría que uso para explicar este fenómeno: “El ojo que ve no se ve a sí mismo mientras ve”.

Eso ha estado ocurriendo a lo largo de la vida de las personas. No tienen ningún factor de realidad de sí mismos, ya que no pueden separarse de ellos para verse como lo hacen con todo lo demás. Y sin atención, no hay consciencia. Algunos corren a verse en el espejo; ven la imagen de su cuerpo y dicen con alivio, "ese soy yo".

Beneficios para el pensante que haga la práctica de experimentar su presencia como observador. ¡Todo lo que desee estará disponible!

Experimentar o vivir de manera consciente la experiencia de observador no es tarea fácil. La identificación con el cuerpo, con las creencias, pensamientos, consideraciones, ideas, conocimientos y las identificaciones que se etiquetan en el desenvolvimiento familiar y social, se convierten en un traje que se adhiere a la piel. La mente se opondrá con toda la data que tiene y maneja para establecer quién y cómo has sido hasta hoy. Para cambiar los programas, ella necesita evidencias, pruebas y datos, que solo se pueden obtener si encuentras una manera de percibirte a través de los sentidos para identificarte.

Aunque sea un nombre espiritual, tienes que ponerte para tener una manera de registrarte en la memoria. Lo más deseado sería registrar una imagen de ti, y ahí es donde el pensante cae en el error de convertirse en un espíritu con un cerebro, corazón, piernas, brazos, ojos, oídos… una copia exacta de su cuerpo para que su mente no insista en poner en duda su existencia, ya que no lo puede computar por falta de datos.

La presencia consciente de ser un observador es un estado elevado de consciencia. Pero, aunque no se esté consciente, no se deja de ser quién en esencia se es y con el poder en las manos.

La física cuántica que estudia los estados fundamentales de la energía y la materia, en sus experimentos se sorprendió y siguen sorprendidos sin poder explicarse cómo el observador causa cambios en el comportamiento de las partículas elementales. Y no importa si son seres humanos ignorantes en esa especialidad los que decidan observar.

Empecemos a identificarnos como observadores para que la mente nos deje en paz y deje de acosarnos obligándonos a ser como ya nos tiene registrados que debemos ser.

Pero a pesar de los obstáculos a vencer, este es el camino a la libertad y a la paz con nosotros mismos.

Autor: Emilio R. Fernández Ramos  

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿ÁNIMO POR EL SUELO?

HAZLO POR TU BIENESTAR

LO QUE PUEDES Y NO PUEDES HACER POR TI