LA GRANDEZA ESTÁ ESCASA


HALLARSE EN EL BANCO DE LOS ACUSADOS DE NUESTRO MUNDO INTERNO

Hola, amiga(o) pensante. Grandeza. ¿Qué tan grande se siente una persona para ella misma?

La nobleza de una persona es una condición interna que se le sacude con sus acciones, conductas o comportamientos. Las culpas y arrepentimientos pueden remeter contra ella y la consciencia se agita como sometida a un movimiento telúrico.

Este permanente juicio interno hace crecer ideas parasitarias que infectan la autoestima y sobrevienen estados de sentirse una persona que no se merece, a veces, ni siquiera estar vivo.

Cada vez que una persona se encuentra debatiendo si estuvo mal o bien lo que hizo o dejó de hacer, los jueces de su consciencia le están pidiendo que rinda cuenta.

Pero en vista que no hay policías, ni lo tienen esposado e inmovilizado, el pensante es libre de abandonar la sala y con un par de gritos: “no me importa un carajo”. Se da la espalda a sí mismo y deja ese juicio abierto.

Muchas, pero muchas personas tienen cientos de juicios pendientes con ellos mismos. Intentan vivir sus vidas indiferentes a estos hechos, pero el peso de estás consciencias irresolutas lo van encorvando y ya no pueden ver de frente.

Son personas que ya no pueden levantar la cara para mirar a los ojos a los demás. Sin embargo, pueden sufrir una transformación extrema para escaparse de ellos mismos y convertirse en representantes del mal, donde sus leyes les imponen que son los demás que se merecen todo el daño que ellos les hagan.

Por eso usted puede ver a los llamados “cara de tabla”, a los farsantes, mentirosos, ladrones y asesinos, durmiendo como unos angelitos con su consciencia tranquila.

Ni la prueba del polígrafo o detector de mentiras encuentra rastros de intranquilidad mental.

Ejemplos de cómo convertirse en un antisocial se ven a diario. Personas cercanas o conocidos que por X circunstancias logran tener algún poder, o cargos importantes, etc. Y no pasa mucho tiempo en convertirse o les sale a relucir lo que siempre han llevado por dentro; la semilla de la maldad, de hacer daño y aprovecharse de las debilidades de los demás.

La paz del mundo es la suma de la paz interior en cada persona. Y la grandeza importante para promover esta paz, es la que cada individuo considera de sí mismo.

Si alguien no se siente merecedor de lo que le sucede, vive o experimenta, sea bueno o malo, hay problemas de consciencia, es mejor que regrese al banquillo de los acusados y enfrente su caso con dignidad.

Autor. Emilio R. Fernández Ramos  

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