¿QUIÉN MANDA EN TU MUNDO?


O ERES UN GOBERNANTE DERROCADO

Hola, amiga(o) pensante. Las personas que admiten que están dominados por su mente, sus pensamientos o emociones, reconocen que no son ellos los que mandan en su mundo.

Sin embargo, al verlos que no actúan para recuperar su libertad, hace suponer que se adaptaron a esa esclavitud o tienen tanto miedo a revelarse, que no se atreven a luchar por su reinado.

“Es que no puedo”. Lo he intentado, pero siempre me domina la mente.

Ese estado psicológico del cual se queja, sus arranques emocionales que lo dominan, sus pobres actitudes y sus malos hábitos irrefrenables, son todo un drama que presenta al mundo para llamar la atención.

Pero, la verdad es que nadie va a sufrir su sufrimiento. Compasión y lastima va a recibir a montones. ¿Y qué va a hacer con eso?

Nadie va a experimentar por otro sus males físicos o psicológicos. Y el día que uno se muera nos acompañan al cementerio… y más nada.

Solo, llegamos; solo, vivimos en nuestro mundo y solo, nos vamos.

La soledad es un estado natural el cual hay que rehabilitar si se ha convertido en un problema existencial, la compañía de otros es una bonita experiencia como la son muchas de las que vivimos en esta maravillosa vida.

Aquel que no disfruta estar a solas con el mismo, no disfrutará la compañía de nadie.

La vida de cualquier persona no ocurre de manera lineal como parece. Las experiencias no son todas iguales. Se sube y se baja, momentos y hechos unos mejores que otros, y a veces no muy buenos para nuestros gustos o deseos.

Esa manera fractal o irregular que van describiendo los hechos no son tan importante como las tendencias. Hacia donde se inclina la salud. ¿Va mejorando o se mantiene estable, o la tendencia es a empeorar?

Muchas personas se aferran a la esperanza que ocurran hechos que consideran los va a favorecer para salir del estado en que se encuentran. Pero no están haciendo lo que pueden hacer para que eso suceda.

Ese es todo el meollo del asunto. Los cambios para bien, si uno no se propone a trabajar en ello, las probabilidades van a ser muy pocas. Y ante esa poca probabilidad se puede perder la vida o pasar por situaciones verdaderamente malas.

Aquel que haya perdido su reinado, no debe rendirse. La personalidad, o manera de ser no la impuso la mente, fue producto de la manera descuidada y desordenada de conducirse y conducirla.

Tan pronto se corrija la manera equivocada de conducirse y conducir la mente, se recupera el poder y se retoma el reinado en nuestro mundo interior y se logrará la paz interna que tanto se desea.

Autor: Emilio R. Fernández Ramos  

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