UN OSCAR AL MEJOR DIRECTOR DE UN DRAMA PSICOLÓGICO

 


TODO TRAUMA PSICOLÓGICO TIENE UN ANTES DEL PRINCIPIO QUE SE DEBE EXAMINAR

   Hola amiga(o) pensante. Pueda que te interese tu estado psicológico debido a que no estás satisfecho con lo que te está pasando; y te gustaría hacer algo al respecto.

 Pero hasta el día de hoy no has podido hacer mucho, ya que te han hecho creer que la psicología está en los libros, en las universidades y en la mente de los expertos. ¿Qué puedes hacer?

  Consideras que no tienes una psicología, pero tienes un drama psicológico y no sabes cómo llegó eso a ti, eso es bastante dramático. 

 ¿De dónde vino ese drama o quien lo montó y lo dirigió que no te diste cuenta?

 Es un drama misterioso que se está viviendo o experimentando de manera permanente, y no hay manera de levantarse de la butaca para escapar del teatro.

 Todo eso le sucede al pensante, debido a que considera que para hacer algo con la psicología, tiene primero que estudiar una carrera y volverse un especialista certificado de una universidad.

 A este pensante no le queda más remedio que calarse su sufrimiento. Pero si yo le digo que ese drama psicológico lo montó él, y lo mantiene activo él, a pesar que cree que no es un experto psicólogo. 

 Va responder que eso no es posible. Solo los psicólogos o psíquicos reconocidos pueden crear psiquis o dramas psicológicos como el que está viviendo.

 O quizás concluya en una de estas dos cosas: o es verdad que debe ser él mismo que creó su drama, o fue que le echaron una brujería o los astros se han empeñado de fregarle la vida.

 El proceso para construir un escenario y montar un drama psicológico que contenga descargas emotivas, crisis existenciales, sufrimientos acompañados de retorcijones físicos, y todo tipo de ornamentos que lo hagan vistoso.  

 Es un proceso tan simple que desde que se nace o se llega a este mundo, se empieza como un director de cine, aun sin aprender a caminar o a hablar, ya se está dirigiendo.

  A la universidad se va a aprender trucos y retrucos, para resolver problemas en una persona que considera y se le considera, que no sabe cómo hacer psicología.

  Pero nadie se pregunta; ¿cómo carajo montó esa obra psicológica que lo está haciendo sufrir y lo tiene casi loco, si no sabe nada de psicología?

 Si este retorcimiento o contradicción es enderezado por el pensante, su mundo psicológico va a ser revolucionado de raíz. Ya no se le va a echar la culpa a papá o mamá por la mala crianza, o a cualquier circunstancia que parezca causante de ser un traumatizado.

  ¿Pero no se puede negar que hay hechos que pueden causar traumas psicológicos?

 Es una pregunta esperanzadora, en búsqueda de consuelo y un poco de lastima para no terminar de reconocer la responsabilidad. Pero no hay forma de escapar.

 Es cierto, en la vida suceden todo tipo de hechos, algunos pueden hasta destrozar el cuerpo y seguir vivo, pero está demostrado que el pensante solo puede dejar en manos de la ciencia su cuerpo para que lo reparen, pero su drama psicológico resultante de ese evento, solo él, y únicamente él, puede repararlo o superarlo.

  Y la razón o manera que construyó su drama, fue con los pensamientos o ideas que se le ocurrieron: ante, durante y después de los hechos.

 Ante de que ocurra un accidente o se dé cualquier circunstancia, el pensante viene moviéndose producto de sus pensamientos, luego ocurre lo que ocurre, sorpresivo o no, y el ANTES se convierte en el comienzo del hecho.

 Por ejemplo: el matrimonio fue un infierno, pero antes de casarse hay toda una obra de ideas que mantenían un estado psicológico feliz. Luego se casó y vinieron las sorpresas y lo inesperado.

  Llegó la separación y el pensante sigue viviendo su tormentoso drama, y quizás muera sin solucionarlo; pero no hace consciencia que tuvo mucho tiempo libre para pensar, antes de tomar la decisión de casarse.

 Amigos pensantes; siempre, pero siempre que vayan a revisar o analizar un drama, no se olviden de llegar al verdadero principio, que fue antes de la tragedia.

 No empieces cuando tu pareja te lanzó contra la pared, ve hacia atrás hasta el punto donde todo estaba “bien”. Quizás llegues, a cuando mamá te decía: “ese hombre no te conviene hija”.

  Yo les pregunto: si los pensamientos pueden hacer que se viva una vida miserable, ¿cómo es que no se atiende el acto de producirlos?

  Hay que romper con esa creencia sembrada por el sistema, de que se debe aprender a pensar.

  Nos mandaron a los colegios, para enseñarnos a pensar. Hoy casi no existen personas que no hayan pasado por una escuela, y más de la mitad de la población ha alcanzado niveles superiores de educación, pero es difícil encontrar uno que no tenga un drama psicológico que le esté fastidiando la vida y no sabe qué hacer.

  Guardar información en la memoria de la mente, y luego regurgitarla, no es pensar.

  Se regurgita lo que no se ha digerido, y si observas el cuerpo, cuando hace el proceso digestivo y procesa bien los alimentos, no se queda ni con la sustancia, ya que está la transforma en la energía que mueve el organismo.

  Así es el acto de pensar. Nos tragamos las palabras, señales, percepciones, pero hay que procesarlos para que de ese proceso se dé la sustancia; “ideas”, y estás ideas se transforman en la energía que experimentamos en forma de emoción, sentimientos, animosidad, entusiasmo, etc.

  No hace falta que se trate de enseñar a pensar a quien nace con la virtud de hacerlo. Lo que sí es importante saber, es que su supervivencia depende del conocimiento que adquiera.

  Pero no se debe olvidar que para un pensante sobrevivir 80 años de sufrimiento, de agonía, de infelicidad, con un estado mental desordenado y sin control; no es la vida que desea.

  El estudio debe ser visto como lo que es, para un propósito de supervivencia. Pero los dramas psicológicos no se resuelven con la educación que nos prepara para sobrevivir.

  Separa estas dos cosas para que puedas usar el mismo poder psíquico que usaste para construir tu drama psicológico, para que lo apagues si ese es tu deseo.

  Queda sobre la palestra la importancia de la actividad pensativa. Y de si vale la pena tener control del acto de pensar o no.

  Ha sido un placer. Buen provecho con tus dramas psicológicos y que tengas suerte con un Oscar a mejor director. Nos vemos pensantes.

   Autor: Emilio R. Fernández Ramos 

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