UNA DESCARGA DE POEMAS

 


TÚ Y LA LUNA LLENA

(Poema)

Anoche mirando la luna llena, la comparé contigo. La sentí tan cerca que me provocó tocarla con la mano. Lentamente estiré el brazo y con mucho cuidado puse un dedo sobre ella. Se quedó quieta, su luminiscencia aumentó y la sentí correr por mi brazo hasta llegar al corazón, quien se comportó como el metal de tungsteno que emite luz con la electricidad, y mi cuerpo se transformó en una bombilla de amor.

Las tonalidades de luces rojas que salían de mi cuerpo conversaron con las blancas luces de la luna y entendí que no puedo vivir sin ella, tanto como no puedo vivir sin ti.

La vida en la tierra tampoco puede vivir sin ella, por eso la hemos convertido en fuente de inspiración poética para agradecer su reflejo luminoso de la luz que proviene del sol para compensar así la ausencia del astro rey por las noches, pero más que todo agradecer su presencia, ya que actúa como la gran balanza que mantiene en equilibrio las fuerzas de la naturaleza. Y por ende mantiene equilibrado nuestro amor.

En luna llena la exuberancia del amor y de las fuerzas psicológicas oscuras, alcanzan sus más altos niveles de expresión cuando se presenta de cuerpo entero radiante de luz ante nuestra vista. Las transformaciones inevitables de la personalidad dejan ver todo lo que se tiene oculto, y los amores apasionados, así como las sombras del mal, arriesgan todo para satisfacer sus insaciables apetitos.

Al igual que tú, la luminiscencia lunar aviva la llama de cualquier fuego que se lleve por dentro. Aquellos que tienen fogatas de amor estarán protegidos de las fogatas del mal, mientras echan a volar su inspiración para dedicar versos y poemas a todo aquello que amen.

Pero tú, a diferencia de la luna, me vuelves loco en todas las fases de iluminación que me presentes. Eres mi luna llena, mi luna nueva, cuarto menguante o cuarto creciente, no importa cómo te presentes, te amo hoy, y te amaré siempre.

  Autor: Emilio R. Fernández Ramos 


VISOS DE UN GRAN AMOR

  (Poema)

Apenas te vi, y los destellos que reflejaste por la irradiación de mi presencia, fueron visos de que podía encontrar en ti el gran amor de mi vida.

Quizás ni notaste esos destellos que salieron de tu alma como señales pirotécnicas indicando su empatía con la mía. Ya mi corazón está advertido y trabaja con ahínco para producir el néctar que se identifique con tus gustos, de modo que el amor que produzca para ti, te transporte al paraíso de tus sueños.

No me llevará mucho tiempo ver detalles de tu personalidad, para sintonizar las diferencias de modo que no se presente ninguna discordia que pueda empañar la transparencia de mi amor.

Estoy dispuesto a hacer los cambios que sean necesarios en mi forma de ser, porque confió en las emanaciones que provienen de tu alma.

Las almas son la esencia misma de quienes somos y jamás pierden su naturaleza, aunque el modo de vida nos obligue a usar mascaras sociales como requisitos para sobrevivir. Tu mascara y la mía, las que venimos usando antes de conocernos, necesitarán hacerles las modificaciones necesarias para que nuestra apariencia refleje sin alteraciones lo que emana de nuestras almas.  

Son visos de un gran amor que no puedo dejar pasar sin intentar destaparlo para que se muestre en todo su esplendor.

El tren se ha detenido en la puerta de nuestros corazones, te invito a hacer este viaje con lo que nos queda de vida; juntos, tomados de la mano y bendecidos por el creador.

 Autor: Emilio R. Fernández Ramos



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