EN EL ÉXITO O EL FRACASO; EN LA SALUD O LA ENFERMEDAD; LAS CONDICIONES PSICÓLOGICAS SON DETERMINANTES

 


SI NO HICIERA FALTA PENSAR, COMO CREACIÓN NO TUVIERAMOS NI CEREBROS 

Hola amiga(o) pensante. Nadie nos preparó para saber qué hacer cuando las condiciones psicológicas no están a nuestro favor. Ni siquiera nos advirtieron, o nos hicieron saber que nuestra salud física y mental, el éxito o el fracaso, la felicidad o infelicidad, dependían de la condición psicológica  por la que estemos pasando.

Todo pensante produce su propio estado psicológico. Es cierto que el entorno social, las circunstancias por la cual se atraviese influyen, pero eso no cambia el hecho de que es la misma persona la que produce sus condiciones psicológicas.

Los llamados traumas psicológicos causadas por malas experiencias, o malos tratos de otras personas ocurridas en el pasado, se solucionan sin la necesidad de resucitar a los padres si están muertos, o tener presente en la sala de terapia a quienes se acusan de ser los que produjeron el trauma.

Esto es posible, debido a que nadie pudo entrar en su mente  a pensar por él. Él solito lo hizo.   

Las torturas en tiempos de guerra se usaron para obligar a la persona a pensar de cierta manera o sacarle información que fuera conveniente para los verdugos. Muchos preferían morir que concebir las ideas que les inducían o renunciar a sus ideales.

A otros se les trata de convencer o inducir a que conciba ciertas ideas, mediante la siembra del miedo. El infierno y su satanás son magníficos para asustar a los niños, y a algunos adultos también.   

Sin embargo, con el hipnotismo, que es un acto voluntario, el pensante se desprende de su auto determinismo, y repite en su mente lo que le dictan. Este estado de permisividad a la que se presta sin ninguna resistencia la persona, es un acto indigno para un ser humano.

En conclusión, lo que experimentes dentro de ti, es de tu autoría. Tus estados psicológicos los has estado produciendo desde niño.

Nadie puede sentir o experimentar lo que tú en cualquier momento sientes o experimentas. Ni tú, por más amor que sientas por un familiar, puedes hacerlo. Lo más que puedes hacer es compadecerte de él, o darle apoyo.

Si eso siempre ha sido así, ¿cómo es que nadie nos alertó que teníamos el poder sobre nuestros propios estados psicológicos?

Si somos capaces de producir enfermedades psicosomáticas, emociones, sentimientos, sin que nadie nos enseñara a hacerlo; ¿cuál es el motivo por el que no debamos saber cómo lo hacemos?

¿A quiénes o a quien les interesa que sigamos en la ignorancia de algo tan vital en nuestra existencia?

Por lo general se vive una vida a la suerte, lanzas los dados y que sea “lo que dios quiera”.

Y si de verdad tu Dios te estuviere escuchando, se pondría las manos en la cabeza y dirá en voz alta; “que haces hijo mío, si te concedí la mágica virtud de pensar para que elijas y decidas como quieres sentir o experimentar la vida”.

“Pide con fe y te será concedido”. Pero esa fe depende de tu pensamiento, de cuan firme es tu creencia. “Tu creencia”, para tenerla tienes que pensarla, y la credibilidad o fe depende de la credibilidad o fe que tengas en ti mismo como pensador.

Pero dependiendo de tu estado psicológico puedes o no tener pensamientos firmes y creíbles sobre ti.

Mientras más mal se encuentra una persona en su estado psicológico, los pensamientos que produce tienen un contenido adecuado a cómo se siente, o a lo que está experimentando.

Es hora de intervenir en lo que estamos haciendo de manera inconsciente. Ignorando lo que somos capaces de hacer sobre nosotros mismos, que en lugar de que sea para mal, lo hagamos para nuestro beneficio.

Decirle a una persona que su enfermedad la está propiciando el mismo, es como mentarle la madre. Se ofende de tal manera, que más nunca vuelve a ver al médico o a quien se lo diga. Ya que está convencido de su deseo de curarse, y le vienen a decir en su cara “que él mismo se está enfermando”

Las víctimas de su propia negligencia psicológica, siempre viven echando culpas. Sus fracasos e infelicidades, es culpa de otro, o de la mala suerte que siempre los persigue.

Por favor, préstale un poco de atención a tu acto de pensar. Mira lo que estás pensando, mira lo que estas recordando, mira lo que estas imaginando. Si lo haces vas a entender porque te sientes cómo te sientes.

Vas a entender porque eres tan pesimista, vas a entender porque no se te ocurren buenas ideas, y vas a darte cuenta del tiempo que pierdes pensando, recordando o imaginando pendejadas que en nada te benefician.

Luego no te quejes si lo sigues haciendo, se feliz con tus desgracias.

Ha sido un placer, buen provecho al pensar para tu beneficio.

Autor: Emilio R. Fernández Ramos 

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