UN TSUNAMI DE LOCURA RECORRE EL MUNDO
PROSAS
Los niños duermen, las familias descansan; en silencio me levanto en la
madrugada para procesar la tristeza que me embarga por las últimas
manifestaciones de crueldad en el mundo y los desafueros de gobernantes
incompetentes que no descansan en su diabólica misión de llevar miseria y
sufrimiento a los pueblos. En las familias como en la sociedad, los adultos y
los más fuertes deben colocarse a la vanguardia para recibir y amortiguar
los impactos del ensañamiento de almas con pensamientos pervertidos
que usan banderas ideológicas y religiosas para justificar sus crímenes y
venganzas. Todo aquel que cometa una acción destructiva, dañina o criminal
contra otro ser humano alegando defender o cumplir con la voluntad de Dios, es
un ser que padece de demencia. La discriminación e intolerancia agresiva no
puede ampararse en una verdad tan absoluta, como debe ser la idea de Dios.
Repudio los actos criminales en general, pero se me parte el alma cuando son
niños indefensos que caen victimas de ejércitos armados hasta los dientes y
entrenados para matar. Mi deseo principal de lo que queda de este año y del
nuevo que viene cerca, es: que todas las personas de buena voluntad y de
corazones impregnados de amor, se hagan triplemente más resistentes y capaces
de confrontar las olas de demencias de un tsunami de locura que se desató en el
mundo. Cuyas víctimas son los inocentes niños, los débiles ancianos y las
personas que tienen sus corazones y sus mentes enfocados en el bienestar y cooperación
con la familia y el resto del mundo. Boguemos por ellos
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