LOS PELIGROS DE CONVERTIRSE EN ADIVINO
LOS PELIGROS DE CONVERTIRSE EN ADIVINO
Algo que se puede observar en las
personas, es que mientras más mal están psicológicamente más adivinos,
pitonisas o profetas se vuelven.
Conocen su futuro de tal manera que
tienen la certeza de lo que les va a suceder o cómo van a suceder las cosas; pero
siempre sucederán en su contra.
En los estados depresivos, tristezas y
cualquier bajo tono emocional, abundan estos pronosticadores de su propio
destino. Mientras más se hunden anímicamente, emocionalmente o la depresión los
encierra con sus fuertes brazos, los futurólogos concluyen con lo que serán sus
fatalidades en esta vida.
Los síntomas de que se están volviendo
profetas de su propio destino, son esas reacciones emocionales incontrolables
cuando las cosas no suceden como ustedes esperan que suceda.
Enojos, calenturas, iras, tristezas,
abatimiento, frustración, desanimo, y una cantidad de pensamientos apalancando
esos estados psicológicos negativos, son señales de que se están convirtiendo
en expertos futurólogos.
Hagan una extensiva y profunda
investigación, o encuesta, para que comprueben si a las personas las cosas
siempre salen como desea que salgan. O siempre suceden como lo ha imaginado.
Este conocimiento lo tienen, pero no
pueden creerlo viendo que ha todo el mundo le va bien, y él parece ser el único
que tiene mala suerte.
El miedo a vivir la vida se apodera del
profeta. Y vivir la vida con miedo es la peor torpeza que puede cometer una
persona.
Esta es una sociedad altamente
tecnológica. Hasta los niños saben cómo funcionan las plataformas, y como los
científicos logran desarrollar sus inventos. Todos dan pasos manejando o
considerando probabilidades.
Nadie sabe exactamente como hacer las
cosas correctas antes de hacerlo. El proceso de vivir como el de cualquier
proyecto, se ejecuta haciendo correcciones de todo aquello que no salió como se
esperaba.
El adivino termina ensimismado, divagando
por los predios de su mente, necesitando ayuda. Otros ya fracasados optan por salvar
su alma, para por lo menos en el más allá las cosas se den como lo convencieron
que van a suceder.
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